Hijo, ese día en que tu corazón dejó de latir, el mío dejó de latir también. Pero al hacerte donante mi vida cambio en un instante. Pensé tanto en lo seres humanos a los cuales ayudarías y mi corazón volvió a latir nuevamente. Tu partida nos trastocó, pero Dios nos dio la fortaleza de seguir paso a paso. Fuiste mi niño, hijo y un padre feliz y ejemplar. Quienes nos aman jamás nos dejan y están siempre en nuestro corazón. Mirando tu foto recuerdo cuanto nos reíamos juntos y me decías: “ Mami, yo no tengo miedo a morir, tengo miedo de ser olvidado”. Jamás serás olvidado porque vives grabado en mi corazón con cada latido. Tuyo es mi respirar, mi vida y el más hermoso recuerdo que guardaré y atesoraré en mi alma. Dios, me lo prestaste por 24 años y yo te lo entregué. Gracias por el tiempo que estuviste a mi lado. Nos abrazaremos nuevamente porque sé que nos volveremos a encontrar y reiremos como antes. Te amo mi muñeco.