Marcaste profundas huellas en tu caminar, cumpliste el tiempo y la hora que Dios había diseñado para ti. Te fuiste a casa para estar con el Dios que te enseñé, al cual, serviste y amaste. ¡Venciste! Te amo y te extraño hijo mío.
¡Nos veremos, hasta la mañana Gloriosa de la Resurrección!!